Buenos Aires se une a la tendencia ecológica que vienen adoptando grandes ciudades como Tokyo, Toronto, Chicago y San Pablo, de implementar jardines en los techos de los edificios para ayudar a disminuir el contundente impacto de los centros urbanos en el cambio climático mundial.
La conquista del desierto urbano es una iniciativa del Gobierno Porteño que busca construir jardines en las azoteas vacías revalorizando estos espacios urbanos en favor del medio ambiente. El proyecto lo lleva a cabo el Estudio Leder Denegri Arquitectos, que luego de adjudicarse el concurso convocado por la Agencia de Protección Ambiental, lidera la construcción de techos verdes empezando por los edificios públicos y expandiendo eventualmente su instalación, a los inmuebles de administración privada que quieran unirse a la iniciativa.
El primer edificio público en adherirse al proyecto es el Centro de Gestión y Participación Comunal No. 2 en el conocido barrio de la Recoleta. Además de terrazas verdes, este CGP tiene un colector solar conectado a la caldera del edificio, que aumenta la temperatura del agua, haciendo que ésta tarde menos en calentarse para reducir así el consumo de energía.
El concepto reside en cubrir parcial o totalmente las terrazas y techos de los edificios con vegetación, lo cual genera numerosas ventajas; principalmente los techos verdes sirven de barrera natural entre el ambiente interno y el externo actuando como aislante térmico. Tanto en temporadas frías como calurosas, el aislamiento térmico reduce la utilización de energía en sistemas de calefacción o enfriamiento artificiales, recurriendo al calor humano como elemento regulador para crear el confort necesario en la temperatura ambiente.
Por otro lado, los techos verdes ralentizan el escurrimiento de aguas pluviales, esto quiere decir que al capturar el agua lluvia, disminuyen la velocidad con la que llega al sistema caudal de una ciudad aliviando su sistema de alcantarillado. Además, en este proceso el líquido se filtra naturalmente liberando al sistema agua más limpia.
Otro de los grandes beneficios de las terrazas vivas es que ayudan a purificar el aire; las plantas absorben polvo, suciedad y partículas nocivas en forma de gases o aerosoles en el aire y además mediante el proceso de fotosíntesis, capturan dióxido de carbono, uno de los mayores responsables del calentamiento global, y liberan oxígeno.
Las grandes áreas de estacionamiento, la utilización de superficies oscuras y no reflectivas y en general los extensos espacios pavimentados, absorben los rayos del sol, acumulan calor y generan una zona de mayor temperatura a la natural, lo que se conoce como el efecto isla de calor o isla térmica; los techos verdes, a través de la condensación y de la evaporación del agua, ayudan a controlar las oscilaciones de la temperatura, disminuyendo los efectos negativos de las isla de calor. De la misma forma ayudan a reducir el porcentaje de la humedad en el aire.
Además la integración de techos verdes en el paisaje urbano tiene efectos estéticos que pueden influir positivamente en el estado de ánimo de los habitantes de la ciudad.
El factor clave para optimizar todos estos beneficios y facilitar el mantenimiento de una terraza viva, radica en una completa evaluación previa del lugar y de sus condiciones para elegir la vegetación que más se adapte al contexto específico. Pero más allá de estas consideraciones, la instalación de techos verdes en una ciudad como Buenos Aires, es sin duda una excelente estrategia para mejorar la calidad del aire urbano y colaborar en la lucha contra el cambio climático.
Laura para Seguros says
Sin duda una fanatastica y ecologica idea que solo puede traer beneficios a tanto daño que le estamos haciendo al mundo.